martes, 1 de mayo de 2012

A MIS MANOS

LAS AMÉ, PORQUE CON ELLAS,
SU ROSTRO YO ACARICIABA,
SU CABELLO ENTRE MIS DEDOS,
JUGANDO SE ENTRELAZABAN,
TAMBIÉN EN NOCHES DE AMOR
ARDIENTE, ÉL LAS BESABA.


LAS ODIÉ, PORQUE TESTIGO,
QUE SU VIDA SE APAGABA
Y SABIENDO EL GRAN DOLOR,
QUE A MÍ, ESO ME CAUSABA,
ELLAS CERRARON SUS OJOS,
¡NUNCA PODRÉ PERDONARLAS!

martes, 3 de abril de 2012

AMOR EN TIEMPOS DE GUERRA

                 

               Durante la guerra de las Malvinas en 1982, el doctor Martín Olazábal, fue enviados como médico a la Isla, era un hombre joven y tenía experiencia de guardias hospitalarias en la afueras de la ciudad (donde los insumos eran bastantes escasos y las horas de trabajo en demasía.
                   Viajó junto a un batallón de infantería, durante el trayecto no dejaba de observar a ése grupo de muchachos, oriundos de distintas provincias, quienes tenían la misión de defender “Las Malvinas”, algunos eufóricos, no paraban de hablar y otros con el miedo y la incertidumbre reflejados en su mirada.
                  Después de varias horas de vuelo, aterrizaron en la Isla de Puerto Stanley (Puerto Argentino), allí una desolación infinita y el viento soplando tempestuoso, que ayudaba al frío filtrarse por los uniformes de los soldados (nada adecuados para ése clima).
Solo se oían órdenes, y gritos,  comenzaron armarse carpas, e improvisar lugares para dormir y cocinar.
Al doctor Olazábal , le asignaron una carpa un poco más amplia, junto a las piedras, algo resguardada, que serviría de hospital.
                   Acamparon muy cerca del mar, que bramaba y azotaba la costa, precipitando sobre la orilla enormes y estruendosas olas.
                   Al día siguiente llegaron mas soldados, y entre ellos dos novicias, enfermeras, Adela de casi cincuenta años, alta delgada y muy dispuesta, la otra no llegaba a los treinta y cinco años, Emma, con porte de mujer muy instruida, rasgos mas finos, pero las dos muy colaboradoras.
                Ya en la segunda noche, comenzaron los ataques, a lo lejos se oían los estruendos de la lucha y el aire venía impregnado de olor a pólvora. Los heridos, iban ocupando las camillas, algunos mas delicados que otros. Al correr de los días, hubieron varias bajas, el trabajo en el hospital era arduo, agotador, sin tiempo para el descanso. Ésa mañana trajeron herido al oficial del batallón, una bala en la espalda, quedando el proyectil en las vértebras lumbares, que el doctor a pesar de todos sus esfuerzos no la pudo extrae.
                 El oficial, un hombre de sereno valor, ésa noche comenzó a delirar, y no hacía otra cosa de llamar y pedir por una mujer, sollozando, llorando, rugiendo, maldiciendo, o con frases dulcísimos --¡Irma bésame, Irma bésame!, una y otra vez. La hermana Emma sentada junto al enfermo, colocaba paños fríos sobre su frente, contemplaba el palpitar del cuerpo que a causa de la intensa fiebre, parecía querer salir de su envoltorio, ojos negros, perdidos, circundados por violetas ojeras, él alcanzó a tomarle  la manga del hábito y de allí la mano, aferrado a ella pedía –¡Irma bésame, Irma bésame!,el doctor se arrimó y le dijo, -la confunde con una mujer que lo abandonó hace tiempo y no logra olvidar, él es el teniente Joaquín Portal, oriundo de Mendoza, compartimos un café, la otra noche, la soledad llama a confesiones, y ahora hermana, él cree que usted es ella, La voz del enfermo era cada vez más débil diciendo, -¡Irma bésame, Irma bésame!
                     Ya anochecía, en el rostro del herido, se dibujó una angustia suprema y por milésima vez repitió  -¡Irma bésame, Irma bésame!
Y en un acto indescritible, la monja se despojó la parte del hábito que cubría su cabeza, dejando sus rubios cabellos al descubierto, con sus dedos los acomodó tras de las orejas, se arrimó a la camilla y lo besó, serena y amorosamente. Se apartó, volvió con sus dedos a poner los cabellos tras las orejas, cubrió su cabeza con el hábito, se arrodilló y rezó.
Por fin la calma llegó al enfermo quien durmió toda la noche, ninguna medicina consiguió, lo que pudieron ésos labios de mujer.

                    Pasaron veinte años, el doctor Martín Olazábal, de paso por Mendoza, se enteró que el teniente Joaquín Portal, vivía todavía en ésa ciudad y tuvo curiosidad de verlo (ahora Mayor J. Portal). Después de anunciarse lo hicieron pasar a una sala, donde apareció Joaquín en una silla de rueda, quien se alegró de verlo y lo invitó a sentar, la conversación se,  hizo amena, cuando una elegante mujer entró con una bandeja, trayendo café, -es mi esposa, acotó, quien después de dejar la bandeja sobre la mesita, sonriente le preguntó – ¿y de mi doctor no se acuerda?, mientras con los dedos acomodaba sus rubios cabellos tras las orejas ,no hacía falta otra presentación…..



miércoles, 28 de marzo de 2012

La puerta



Una puerta se abre a los recuerdos,
ése invierno de frío tiritado,
las escarchas, se acurrucan en cordones,
de crujientes charcos salpicando.

La cocina y la mesa preparadas,
los tazones, afanosos dispersados,
cascarilla mezclada con la leche,
aroma a pan recién horneado.

El regreso de la escuela se produce,
el bullicio anunciando la llegada,
guardapolvos y carteras se amontonan,
dispuestos todos, a que no quede nada.

Compañera infaltable de las tardes
ésa radio que obliga a imaginar,
episodios de aventuras increíbles,
de Superman, El zorro y de Tarzán.

Y se quedan guardados con candados,
ésos días, ésos tiempos, ése ayer,
y la puerta se cierra suavemente,
a la espera que se vuelva abrir…


domingo, 18 de marzo de 2012

CASI NIÑOS

¡¡¡¡¡HOMENAJE A NUESTROS CAIDOS EN               MALVINAS!!!!!!!


CASI NIÑOS


DESOLADO PAISAJE
DE MAR Y CIELO
GÉLIDAS NOCHES
CÓMPLICE EL SILENCIO

OJOS FATIGADOS, EXPECTANTES
HACIA BOCA OSCURA,
DE ARTERO DESEMBARCO
TRAICIONERO IMPERIO.

¡QUE VENGA EL PRINCIPITO!
LA PLAZA GRITA,
EN LOS HÚMEDOS OYOS
EL CORAJE HABITA.

MUCHACHOS, CASI NIÑOS
“SOLDADITOS DE PLOMO”
CON ARMAS AVERIADAS,
MEZQUINAS ROPAS RAÍDAS.

FRAGOR DE LA BATALLA
EL FUEGO, LOS ESTRUENDOS,
LA ÍNSULA UN INFIERNO,
RUGIENTE ARRASA EL VIENTO.

LA DERROTA Y LA CALMA,
GEMIDOS ELEVABAN,
TRINCHERAS, HÚMEDAS, FRÍAS
LOS SUEÑOS SEPULTABAN…

martes, 24 de enero de 2012

LA MUERTE HACE TRAMPAS


 
                                            A pesar del palacete,
sirvientes y limusinas
él estaba decidido,
y matarse intentaría.

Colgarse, lo entusiasmaba
la soga al cuello, ataría
eligiendo un buen tirante,
donde la cuerda pondría.

Ya todo estaba previsto
su alma encomendaría,
cuando saltó de la silla,
el techo le vino encima.

Las venas quiso cortarse,
preparó, escenografía,
pero cuando, despertó
“la sangre” no le salía.

Luego fueron las pastillas
que con whisky tragaría,
una ambulancia, “oportuna”,
el vómito, provocaría.

Y entonces, llegó cupido
con sus flechas encendidas
su corazón solitario,
con amor desbordaría.

Se sintió un adolescente
totalmente enamorado,
una felicidad plena
que jamás había soñado

Y la muerte recordó…
los intentos reiterados,
en afán de complacerlo,
de éste mundo lo ha quitado.


jueves, 12 de enero de 2012

"LA COMPRA" (A MIS HERMANOS)

                Cuando yo tenía alrededor de 8, años de edad, algo inusual ocurría con mi mamá, cuchicheos, idas y venidas, no entendía que pasaba, a mis preguntas, la respuesta fue, que estaba “de compras” y nada mas.. Comenzó a ponerse mas gorda, y sus piernas muy cansadas, debía recostarse y ponerse toallas frías para aliviarlas.

                Así pasaron los meses, un  mañana no estaba en casa,  quedando los más chicos al cuidado de hermanos más grandes, que dijeron que pronto volvería. Eso me alcanzó y como todos los días fui a la escuela.

              Cuando regresé mi papá, me esperaba para hablarme, dijo –que mi mamá, había ido a “comprar” un hermanito, pero que le ofrecieron dos, yo que prefería ¿nene o nena?, porque el dinero que tenían solo alcanzaba para comprar uno.
               Sin decir nada, corrí hasta el ropero, donde en una cajita guardaba monedas que el “Ratón Pérez”, había dejado por mis dientes, todavía recuerdo cuando le di las monedas a mi papá y llorando le pedí que comprara a los dos.
              El sorprendido tomó las monedas, no quiso desilusionarme, confesando que era una broma, se fue con ellas en su mano.
             Yo no entendía ni de embarazos, ni de partos, así que esperé ansiosa hasta que mi mamá regresó a casa, con que alegría ví que traía a mis dos hermanitos, orgullosa repetía todos, que yo con mis monedas ayudé a “comprarlos”.

             Cuando cumplí 15 años, mi papá me dio un sobre, con gran sorpresa en su interior estaban “mis monedas”( de la “gran compra”) nos miramos con complicidad, nos abrazamos, sobraban las palabras.
             Hoy a los 73 años todavía “esa monedas” están entre mis cosas mas queridas.